Las leyes migratorias, más allá de otorgar ciudadanía, pueden servir para mantener y atraer inversión.

El anhelo de un mejor futuro debe inspirarnos a incidir en el destino de nuestro país.

Lograr un progreso equitativo y acabar con la migración forzada—debe ser nuestra meta.

Invito a quienes no se han vacunado contra el Covid-19, a que lo hagan.

Guatemala está bendecida por su gente emprendedora, laboriosa y perseverante.

Una de nuestras grandes ventajas es la juventud valiente, resiliente y soñadora.

Entre el viernes y domingo recién pasados, tuve el honor y el privilegio de compartir con jóvenes, líderes, emprendedores, autoridades y empresarios locales de diversas comunidades de cuatro departamentos del occidente de Guatemala.

El cierre de las escuelas públicas por la pandemia del Covid-19, desde marzo de 2020, tiene grandes repercusiones a nivel de la escolaridad, el aprendizaje y la deserción escolar.

Mientras la mayoría de los emprendedores, comerciantes y empresarios buscamos sobrevivir a esta dolorosa pandemia, algunos “empresarios” optan por ejercer en el sector público mientras siguen operando sus compañías y desde ahí hacen trampas aprovechándose de su posición para beneficio propio.

Hace 200 años, con la firma de un acta el 15 de septiembre de 1821, se cristalizaba el acontecimiento histórico de la Independencia de Guatemala.

En medio de la desesperanza y el continuo deterioro de nuestra joven democracia, hace unos días, entre amistades que amamos Guatemala, analizamos qué caminos hay para construir país lejos de la corrupción que hoy afecta el Estado.

Hoy dedico este espacio para hablar y hacer visible la migración interna forzada. Y es que por lo general asociamos la migración forzada con el desplazamiento hacia los Estados Unidos, no obstante, el éxodo hacia el exterior es tan solo la punta del iceberg.