¿Por qué no abrir caminos al potencial turístico y económico de tantas comunidades?
Una de las grandes sorpresas que tuve cuando volví a mi natal Santa Eulalia, luego de 13 años de ausencia, en 2003, fue que toda la carretera, desde Huehuetenango estaba asfaltada. Sin embargo, parece que no ha recibido mayor mantenimiento desde entonces.
El sábado recién pasado visité San Pedro Soloma utilizando el mismo tramo. La ruta está muy dañada y con grandes baches: evidencia de la falta de voluntad política de los gobernantes en hacer el bien para la ciudadanía guatemalteca. Pareciera que el descuido es a propósito para volver a justificar la construcción de toda una carretera, en lugar de darle eficiente cuidado preventivo.
Para quienes circulan por estas rutas por primera vez puede ser tal vez una “aventura”; pero para los que necesitan de este tramo, a diario, es un suplicio. Para mí, es triste ver el abandono de estas vías que son vitales para nuestro desarrollo. Siento el dolor y la molestia que el mal estado de la ruta representa para miles y miles de habitantes de Soloma, San Juan Ixcoy, Santa Eulalia, San Mateo Ixtatán, Santa Cruz Barillas y otros municipios. Daños en sus vehículos, atraso en el traslado de sus productos agrícolas, peligros latentes para los turistas, ambulancias que tardan en llegar para recoger un paciente y en general pérdidas de costo de oportunidad para el departamento. ¿Acaso no pueden ver esto las autoridades departamentales y nacionales?
Si las autoridades no proveen de buena infraestructura ¿quién lo hará?
Huehuetenango es uno de los departamentos con mayor cantidad de habitantes del país, pero su red vial recibe casi nada de atención. Tiene tantos atractivos turísticos que podrían generar recursos para las comunidades, muchos empleos directos e indirectos y sobre todo más visitas al país desde el extranjero. De hecho, el año pasado presentamos su marca distintiva, con un concepto de riqueza natural, cultural y humana (nuestro granito de maíz para su desarrollo). Pero el Estado debe responder como mínimo con la infraestructura vial (si no ¿quién lo hará?). En ciertos tramos, los propios pobladores se organizan para arreglar las rutas, pero esto es una vergüenza para los gobiernos.
En las conferencias sobre emprendimiento, innovación y tecnología que impartí en estos días, tuve contacto con decenas de jóvenes que no quieren migrar hacia EE.UU. y por ello lanzan pequeñas empresas de comercio y servicios con las cuales buscan progresar en sus propias comunidades. Este impulso admirable merece apoyo. Pero no esperan solo palabras dulces, elogios o “casaca” como se dice coloquialmente. Ellos necesitan acciones concretas de las autoridades, medidas de apoyo fiscal, asesoría técnica y también una mejor conectividad a un costo razonable. Lo mismo cabe decir de los estudiantes de básicos y bachillerato, que quieren capacitarse y tener acceso a nuevos conocimientos pero que no necesariamente cuentan con un equipo informático adecuado.
Sumado a lo anterior, se necesita de la mejora constante de nuestra red vial. En un mundo hipercompetitivo, Guatemala y los guatemaltecos tienen un enorme potencial. Pero para que tengan éxito, necesitan, para empezar, de buenas carreteras. ¿Por qué no apostar por abrir vías a la economía local y apoyar a los jóvenes talentos de la región?
Fue enriquecedor y motivante escuchar de tantos sueños, objetivos y visiones de un futuro mejor dentro de Guatemala, pensado por estos jóvenes. Sin embargo, muchos al final optan por irse a otro país para aportar allá su trabajo, imaginación y creatividad. Y todo porque nadie se ocupa, entre otras cosas, de dar mantenimiento efectivo a una carretera estratégica.
Las esperanzas y sonrisas de la gente huehueteca nos hablan de un país con ganas de triunfar, de salir adelante, de brillar ante el mundo como un mosaico de bellezas. Pero es necesario que exista una buena ruta para acercarse a ellas. Los guatemaltecos lo merecemos en este y todos los departamentos. Merecemos mejores vías para la superación.