Fortaleciendo la educación y el emprendimiento para frenar la migración forzada.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Guatemala informó que en abril de 2024 había 3,256,047 migrantes guatemaltecos en EE.UU., un aumento del 9% respecto a los 2,964,780 registrados por la Red Consular de Guatemala en 2021. Este éxodo también se refleja en el aumento de las remesas, que crecieron casi un 30%, de 15.3 mil millones en 2021 a 19.8 mil millones de dólares en 2023, evidenciando desafíos económicos, brechas sociales, distorsiones políticas y los efectos negativos de la mala gestión de los recursos del país.
La pobreza extrema, la falta de trabajos dignos y sostenibles, la violencia criminal y la presencia de funcionarios corrompidos que mantienen impunes actos corruptos son algunos de los principales detonantes del subdesarrollo que causa la separación de familias y salida de talentos, mentes y fuerzas guatemaltecas hacia el Norte. Cada gobierno de Guatemala conoce las medidas necesarias para mejorar la situación nacional, pero ha fallado en implementarlas por falta de voluntad política.
Es vital fortalecer la infraestructura vial y la atención médica. La educación o capacitación técnica es esencial para que los jóvenes guatemaltecos encuentren empleo o emprendan en sectores modernos, insertándose así en las industrias globalizadas. Las escuelas y centros de salud requieren recursos adecuados para proporcionar servicios de calidad y garantizar el bienestar general. El gobierno de Arévalo enfrenta este reto, pero a pesar de las dificultades, está comprobado que los guatemaltecos respaldarán las acciones que beneficien a la ciudadanía.
Necesitamos actuar distinto para tener resultados diferentes y los partidos políticos no deben bloquear el avance.
Es importante fomentar el espíritu empresarial mediante subsidios, capacitaciones y acceso a créditos para incentivar la creación de pequeños y medianos negocios, las que hoy generan empleo, estimulando hasta un 85% de nuestra economía.
Aunque las remesas familiares proporcionan un soporte económico crucial, se han convertido en la principal fuente del PIB del país. Esta dependencia revela una economía vulnerable y poco diversificada, que depende de la separación de familias. Para romper este ciclo y aprovechar las remesas de manera estratégica, es necesario invertir en las comunidades más abandonadas, de donde provienen muchos de los migrantes. Allí, el Estado debe priorizar las inversiones. Aprovechando el talento creativo de los jóvenes guatemaltecos, podemos reducir nuestra dependencia de las remesas. Nadie quiere separarse de su familia y embarcarse en un viaje tan peligroso hacia El Norte solo por capricho.
La migración debe ser una opción, no una necesidad. Pero la migración forzada no se combate con retenes policiales, sino con políticas que resuelven directamente las causas de la pobreza y la desigualdad: la protección de los derechos humanos, la promoción de la justicia, la garantía de seguridad ciudadana y el combate a la corrupción, que sigue enquistada en instituciones que deberían combatirla.
Siempre he hablado de El Sueño Guatemalteco como una visión de transformación para aprovechar las oportunidades en un entorno competitivo, de innovación y cultivo del potencial humano guatemalteco. Como migrante en EE.UU., veo trascendental reconocer nuestra voz con hechos, especialmente en las próximas elecciones. Los migrantes debemos poder votar no solo para presidente sino también para autoridades locales, como alcaldes y diputados. El Congreso no debe obstaculizar esto; los partidos de la vieja política quedarán expuestos, los nuevos saben que más voces significan más democracia.
Los migrantes guatemaltecos debemos ser vistos como ciudadanos de pleno derecho, no a medias. Nuestra contribución en forma de remesas o inversiones en el país es ya una realidad que traza el futuro de Guatemala.