El emprendedurismo necesita de apoyos, sobre todo en tiempos digitales se necesita de sistemas favorables al comercio electrónico.
Hay que decirlo: la ruta del emprendimiento a menudo tiene dolor, decepción, limitaciones, darse cuenta de que la realidad es aún más dura de lo que parecía, encontrarse ante la burocracia estatal de crear empresas, sin acompañamiento al emprendedor, dificultad para obtener un capital y hasta las dudas sobre la propia preparación, capacidad o posibilidad. Pero justamente en esos vértices donde se encuentran los deseos y las barreras está la diferencia entre triunfar o no, entre avanzar o conformarse, entre vivir por un sueño o dejarse matar las ilusiones.
Mi aseveración está basada en lo que viví al emprender. Al comenzar XumaK (la empresa de desarrollos digitales con la que llegué a trabajar en 26 países, a generar cientos de empleos y que finalmente vendí para emprender nuevos proyectos) no tenía más que una laptop y el apoyo de mi familia que me dejaron trabajar desde una habitación de la casa. Pasaron dos, cuatro meses y ni un solo cliente. Los ahorros se acaban, la paciencia se agota y la idea de ser emprendedor se debilita. Me llegaron ofertas laborales muy buenas, oportunidades que se vuelven la tentación más grande para cualquier emprendedor: ingresos fijos y cierta ‘estabilidad’.
Para crear en grande hay que empezar por creer en uno mismo y ponerle acción a los sueños, más allá de las dificultades presentes.
Es importante tener claridad sobre el tipo de negocio que uno quiera crear y a la misma vez, visualizar cómo convertir los desafíos que habrán en éxitos. Los mejores emprendimientos resuelven necesidades. Y es por eso uno debe observar el mercado, ver qué necesidades existen o si vas a competir con algo que ya existe, la pregunta es ¿cómo lo puedo hacer mejor?
La clave está en brindar una experiencia favorable a sus clientes. El servicio es lo único que depende de nosotros y de nuestro liderazgo. Nuestro buen ánimo, se reflejará en la atención a nuestros clientes, que a su vez hablarán bien de nuestro emprendimiento.
Puede ser que venda artesanías, juguetes hechos a mano, cafeteras, verduras frescas o le presto servicios a grandes empresas transnacionales. Debo buscar la innovación que yo le aporte al mercado: alta calidad, rápida entrega, satisfacción, aporte a la sociedad. Hay factores que te pueden diferenciar de la competencia, pero debes ser constante, enfocado y creativo. Yo por eso siempre digo que Guatemala es un país de mucho potencial porque hay tantas necesidades. Cada una de esas necesidades, a los emprendedores nos brindan la oportunidad de solventarlas.
Y hablando de necesidades, los emprendimientos siempre las tendrán, pero esas limitaciones son las que generan oportunidad de hacerse eficiente. No hay soluciones universales, pero sí decisiones personales para seguir echando adelante. Si en el corazón de nuestros emprendimientos están las personas, la familia, las ganas de sobresalir y el temor a Dios, el éxito está garantizado.
Sería bonito que el Estado haga su trabajo en quitarnos los “peros burocráticos” del camino. Posibilitar el proceso de comenzar una empresa digitalmente sin necesidad de firmar documentos personalmente. Sería bonito que las leyes de apoyo al emprendimiento se ejecuten. Sería bonito que exista un mercado equitativo para competir. Sería bonito que exista una estructura implementada para que podamos fácilmente integrarnos al mercado mundial. Hay tantos “sería bonito” que ahora no hay.
Entonces nos toca trabajar con lo que si hay. Hoy por hoy, lo que sí hay, más importante que todos esos “serían bonitos”, es el talento guatemalteco. La creatividad. Las ganas de sobresalir. En Guatemala—o sobrevivimos o sobrevivimos. O emprendemos o emprendemos—y eso nos ha convertido en uno de los países más emprendedores del mundo.