Prensa Libre

Construyamos juntos el Sueño Guatemalteco sin abandonar nuestro país.

Muchos guatemaltecos han tenido que irse para sobrevivir. No porque quieran, sino porque aquí no pueden sostener sus sueños ni a sus familias. Se van por amor. Pero irse no es fácil —ni barato— y vivir en Estados Unidos como migrante, con o sin documentos, tampoco lo es.

Muchos guatemaltecos han tenido que irse para sobrevivir. No porque quieran, sino porque aquí no pueden sostener sus sueños ni a sus familias. Se van por amor. Pero irse no es fácil —ni barato— y vivir en Estados Unidos como migrante, con o sin documentos, tampoco lo es.Lo digo porque yo lo viví. Vivir con el corazón acelerado y miedo de ser “catchado” y deportado era parte de cada día.

Hoy, incluso personas con “papeles” están siendo detenidas o amenazadas con deportación. La incertidumbre crece. Además, se están proponiendo impuestos a las remesas que los migrantes envían con tanto esfuerzo. A eso se suman los altos costos por enviar, por recibir y por los tipos de cambio abusivos que imponen los bancos.

Cada guatemalteco que se va deja un vacío en la familia y también en el país.

Ese dinero no solo alimenta familias; también mantiene viva la economía de Guatemala y genera empleos y esperanza. Si se imponen más obstáculos para enviar remesas, muchas familias aquí podrían quedarse sin lo básico: sin escuela, sin medicinas, sin comida. Al cerrarse las vías formales, muchos migrantes recurren a métodos menos seguros, donde su esfuerzo vale menos. Y eso nos debe doler a todos, porque la gran mayoría de migrantes no se fue por gusto, sino porque no vio otra salida.

Y aquí es donde entra algo poderoso: el Sueño Guatemalteco. No es una copia del “sueño americano”. Es azul y blanco. ¡Es nuestro! Es creer que no tenemos que irnos para salir adelante. Que nuestros pueblos y comunidades pueden tener futuro. Que los hijos de campesinos —o jornaleros como mis padres— también pueden ser doctores, empresarios, músicos o ingenieros. Donde reconozcamos que nuestras raíces son nuestra fortaleza.

El Sueño Guatemalteco es regresar lo aprendido a nuestra gente. Es haber vivido lejos y querer usar esa experiencia para mejorar nuestras comunidades. Es servir a otros, no buscar poder para robar. Es soñar en colectivo, porque aquí nadie se salva solo. Es dignificar nuestras raíces mayas, xincas, garífunas y ladinas. Que cada niño sepa que su historia importa.

Pero para que ese sueño se haga realidad, también debemos ver lo que nos detiene. Primero, la corrupción. Cada año, politiqueros sin escrúpulos se roban millones de quetzales. Dinero que debería usarse en escuelas, hospitales y caminos. Si acabamos con la corrupción, podríamos cuidar cada centavo y usarlo para el bien común.
Segundo, el abandono del campo. Aunque muchas oportunidades se concentran en la capital, el desarrollo del país necesita también al área rural, donde vive el 70 % de los guatemaltecos. Sin acceso a crédito, internet o mercados, sus comunidades se estancan. Invertir en el campo es justo y necesario. Solo juntos, podemos avanzar.
Tercero, la falta de educación de calidad y el poco aprovechamiento de la tecnología. Muchos niños no terminan la primaria, y aunque la mayoría tiene un celular en casa, no lo usan para aprender porque el sistema educativo está obsoleto. Sin educación, el futuro se achica. Si adaptamos la enseñanza y usamos las herramientas que ya existen —como el internet, los móviles o la formación técnica—, el talento joven podría empujar al país hacia adelante. El talento guatemalteco existe. Lo he visto en jóvenes que conquistan al mundo con su creatividad.

A pesar de todo, no estamos condenados a vivir así. Guatemala tiene algo único: su gente. Somos trabajadores, creativos y luchadores. Si allá logramos mantener familias enteras, aquí podemos lograr mucho más si trabajamos unidos.

El Sueño Guatemalteco no es una fantasía. Es una meta. Una por la que vale la pena luchar. Si construimos sobre el sacrificio de las remesas, limpiamos el gobierno y apoyamos a nuestros jóvenes, al campo y a la educación, no solo soñaremos… viviremos ese sueño. Juntos, actuando con esperanza y dignidad.

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Marcos Antil SoyMigrante.com, Founder - CEO
Emprendedor tecnológico, maya q’anjob’al y migrante guatemalteco. Impulsor de la educación y la transformación digital. Fundador y CEO de la compañía XumaK durante 18 años, con clientes en más de 25 países. Y ahora de SoyMigrante.com, LLC.