Prensa Libre

La escuela debería ser una puerta al futuro, no una salida del país.

Tenía 14 años cuando llegué a Estados Unidos. No me fui de Guatemala porque quería. Me fui porque mi familia estaba en peligro. A mi papá lo querían matar. Si no hubiésemos salido, no estaríamos vivos hoy. Éramos diez en casa: mamá, papá, mis hermanos y hermanas. Dejamos todo: nuestro pueblo, nuestros familiares, nuestros amigos.

Desde el primer día en Los Ángeles, lo único que quería era trabajar.  Solo quería ganar dólares y ayudar a mis padres. Sentía que estudiar era un lujo. En mi mente, lo urgente era sobrevivir. Pero en Estados Unidos no se puede trabajar si eres menor. Así que me mandaron a la escuela.

Yo no quería estar ahí. No hablaba inglés. Apenas hablaba español. No conocía a nadie. Me sentía fuera de lugar. Mientras otros hablaban de fiestas y tareas, yo pensaba en comida, en los ‘biles’, en cómo apoyar a mi familia. Me dolía no entender nada. Me dolía sentirme invisible. Estaba atrapado entre dos mundos: uno que decía “Estudia” y otro que gritaba “Trabaja o no comes”.

Mensaje a jóvenes guatemaltecos: estés donde estés, estudiar cambia tu destino

Un verano, mi tío Palín me consiguió un trabajo temporal en la fábrica donde él trabajaba cosiendo ropa. Me sentía feliz. Pero un día, por un descuido, me quemé con el vapor de una plancha grande. El dolor físico fue intenso. Pero más fuerte fue el emocional. Esa quemadura me hizo pensar en nuevas posibilidades

Fue una señal. Comprendí que estudiar, aprender era un camino a la mejora. No quiere decir que fuera fácil. Y eso es lo que quiero compartir con muchos jóvenes que quizá hoy estén pensando ¿para qué estudiar si hay tantas necesidades? Y la respuesta es esa misma: tantas necesidades las podrás enfrentar mejor con conocimiento.

No fue fácil salir de mi burbuja mental. Lo más difícil no fue el inglés. Al contrario: es el idioma más fácil del mundo. Lo que realmente costaba era entender mi lugar en un nuevo ambiente. Pero como en toda transformación las acciones son: enfocarse, asimilar, renovar. Descubrí que aprender abre puertas. Que las ideas también alimentan. Que los sueños se alcanzan.

Este fin de semana hablé con jóvenes que viven el mismo conflicto: estudiar o trabajar. En Guatemala, algunos no estudian porque no tienen cómo. Otros se van del país porque no ven futuro. Y en el nuevo entorno, consideran difícil entrar en el medio educativo. Sienten que soñar está prohibido. Y eso duele sentirlo: yo lo viví.

Por eso lo digo con el corazón: toda oportunidad de estudiar, hay que tomarla. En Guatemala o en cualquier parte del mundo. No es asunto de sacar notas: es para aprender. Para defenderse. Para crecer. Para tener opciones. Es la herramienta que da la mayor garantía de éxito. Pero hay que empezar, echarle todas las ganas del mundo y no parar.

Y si no existen oportunidades educativas, exijámoslas como ciudadanos. He ahí la importancia de modernizar el sistema educativo que está obsoleto en Guatemala. Los padres, las comunidades y los municipios pueden y deben exigir a los directores y maestros locales que trabajen con convicción, calidad y visión, no al servicio de otros intereses que no son para el bien común.

Joven, tu historia puede ser mejor. Por eso te hago la invitación: a no rendirte. A reprogramar tus prioridades. A levantarte cuando todo parece lanzarte abajo. Los guatemaltecos somos herederos de una cultura antigua, fuerte, valiente. Somos resilientes. Sabemos adaptarnos. Yo, al igual que muchos, no elegí migrar, pero sí elegí no rendirme. Lograr lo imposible es difícil, pero no imposible. No todos los caminos son iguales.  Pero si un día llega la oportunidad de aprender, tómala con todo el corazón.

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Marcos Antil SoyMigrante.com, Founder - CEO
Emprendedor tecnológico, maya q’anjob’al y migrante guatemalteco. Impulsor de la educación y la transformación digital. Fundador y CEO de la compañía XumaK durante 18 años, con clientes en más de 25 países. Y ahora de SoyMigrante.com, LLC.