Prensa Libre

Con miedo, pero con fe y amor, los migrantes hacen por Guatemala lo que los politiqueros no saben hacer.

Detrás de cada remesa enviada desde los Estados Unidos hay una historia profunda de sacrificio, esfuerzo y valentía de guatemaltecos que viven hoy bajo la sombra del miedo. Es un miedo real y constante: miedo a ser «cachado» en la calle, a ser deportado y separarse de sus familias, miedo a perderlo todo en un instante. Se sufre día tras día. Tan solo la semana pasada, “la migra” hizo redadas masivas en Florida. Cientos de compatriotas fueron detenidos, dejando familias en angustia y comunidades sumidas en la incertidumbre.

Los migrantes entendemos la importancia de eliminar las causas de la migración forzada para que la penuria migrante deje de existir. Trabajar bajo la amenaza constante de captura y deportación es difícil. Es una agonía vivir mirando por encima del hombro. No es vida estar en un permanente estado de alerta, tratando de ser invisibles y con una cautela que roba la alegría. Pero, aun así, con esta presión agotadora y ansiedad constante, los migrantes seguimos trabajando con determinación y esperanza. ¿Por qué? Porque mucho más fuerte que el temor es el amor profundo e incondicional hacia nuestras familias, la fe en Dios y la esperanza firme en un futuro mejor.

No es vida vivir con miedo, pero aun así trabajamos porque el amor a nuestra familia es más fuerte que el temor.

El sacrificio y la valentía de los migrantes permite que Guatemala mantenga cierta estabilidad económica. Las remesas enviadas por guatemaltecos desde el extranjero generan más ingresos para el país que todas las exportaciones. En 2024, fueron US$21,500 millones, dinero en efectivo inyectados directamente en la economía. Es más que una cifra: es comida en las mesas, educación para los hijos, medicinas para los ancianos y oportunidades de vida.

Mientras los migrantes sostienen esta estabilidad económica, la situación dentro de Guatemala no mejora: la corruptela y la impunidad bloquean el desarrollo y más de la mitad de la población vive en pobreza. Mientras los migrantes luchan, la conducta política del país sigue empeorando. Es frustrante y vergonzoso observar cómo ciertos grupos en el poder desperdician los escasos recursos del Estado. Tan sinvergüenzas son, que los diputados—encargados de administrar estos recursos—se aprobaron aumentos salariales sustanciales para sí mismos sin dar resultados y a menudo sin llegar a trabajar. Estas decisiones egoístas e indignantes exhiben irrespeto hacia el pueblo. Estos funcionarios no representan los intereses de los guatemaltecos; en lugar de servir al pueblo, se sirven a sí mismos, agravando la pobreza y el éxodo de ciudadanos.

Pero los guatemaltecos somos resilientes y luchadores. Trabajamos duro día tras día, contra corriente, motivados por amor a la familia, nuestra fe en Dios y la esperanza de algún día vivir el sueño guatemalteco. Por eso necesitamos líderes bien preparados, que hayan vivido en la pobreza, migrado por necesidad—dentro o fuera del país, trabajado para otros y también creado oportunidades para muchos más; que entiendan el hambre y la esperanza. Ciudadanos comprometidos con el bienestar de todos, que sirvan con humildad, honestidad y transparencia. Guatemala necesita dirigentes que administren con responsabilidad, eficiencia y certeza los recursos del Estado, para que se traduzcan en beneficios reales para todos. Algo que los politiqueros de siempre no han hecho ni lo harán. Esos que se olvidan del trabajador, quienes poco les importan las familias y que se aprovechan de la comunidad.

Merecemos un futuro donde migrar no sea una necesidad dolorosa y obligada, sino una decisión personal tomada desde la libertad y el deseo genuino. 

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Marcos Antil SoyMigrante.com, Founder - CEO
Emprendedor tecnológico, maya q’anjob’al y migrante guatemalteco. Impulsor de la educación y la transformación digital. Fundador y CEO de la compañía XumaK durante 18 años, con clientes en más de 25 países. Y ahora de SoyMigrante.com, LLC.