Las reglas actuales para elegir a nuestros representantes deben cambiar.

Saber escuchar y ponerse en el lugar de otros antes de juzgar, es la perspectiva más acertada.

Hoy que hablamos de buscar el diálogo, no debemos olvidarnos de la población del campo.

Guatemala está urgida de nuevas representaciones y liderazgos de mayorías para impulsar progreso.

Los niños son nuestra luz y deberían ser la razón de cualquier diálogo y consenso.

Como con los desastres naturales, una crisis política debe servirnos para aprender a prevenir y resurgir.

El empoderamiento ciudadano exige políticos éticos, probos y transparentes.

Apostemos por la paz y la convivencia en armonía. ¡La división no es solución!

Más allá de las políticas, ¿estamos dispuestos a ayudar a quienes se ven forzados a desplazarse?

Donde existen bases sólidas, con normas claras e inclusión social, la economía florece.

Como sociedad, somos responsables de la situación que vive la juventud y adolescencia.

Debemos enseñar a las nuevas generaciones a cuidar y a proteger el patrimonio cultural.