La espiritualidad maya tiene conceptos milenarios que sobrevivieron a los intentos de eliminarlos y mantienen gran vigencia en la vida de los pueblos.
Generación tras generación, los pueblos mayas conservamos valores fundamentales para el desarrollo individual, comunitario y nacional que se enraízan en sabidurías y experiencias de siglos. Nuestra visión ancestral prevalece a través de enseñanzas y prácticas de gran sencillez y vigente actualidad. Lo más importante, las prácticas genuinas de nuestra sabiduría no riñen ni se contraponen a otras culturas y tradiciones. Por el contrario, nos hemos integrado a la vida de las épocas y también a las circunstancias, incluso las más adversas.
Tal es nuestra fuerza, funcionalidad y profundos significados que siguen vigentes en la vida cotidiana de nuestras familias y pueblos. A lo largo de la gira de presentaciones de mi libro autobiográfico Migrante y de charlas sobre innovación y desarrollo que me han invitado a compartir en toda Guatemala, me he encontrado con nuestra multiculturalidad vibrante y con pensamientos milenarios que nacieron aquí en esta Tierra del Quetzal, en las tierras bajas de Petén, en las montañas del Altiplano y en la frondosa Costa Sur desde tiempos prehispánicos.
En la cosmovisión Maya, el maíz, la lluvia, el sol, el Corazón del Cielo, la Madre Tierra, los cuatro vientos, el tiempo circular son algunos de los conceptos místicos, que tienen sus propias representaciones y descripciones. Son elementos, no dioses mayas. En algún tramo de la historia a estos elementos se les vieron como “dioses”, quizá por enfocarlos con el concepto de los griegos. Esto fue porque los que trataron de documentar la espiritualidad maya no eran mayas y traían enfoques ajenos. Al instante de ver los elementos mayas como “Dioses”, comenzaron a verlos en conflicto con la fe de los conquistadores y ahí fueron proscritas nuestras creencias mayas. Se intentó suprimir nuestras sabidurías ancestrales. Pero sobrevivieron.
La intolerancia ha puesto en peligro a guías mayas incluso les ha costado la vida y eso no se puede tolerar bajo ninguna creencia o religión.
Los elementos que los pueblos mayas veneran tienen un significado trascendental porque forman parte de la vida. ¿Como negar el profundo significado del maíz en nuestras vidas, en nuestra dieta y en el comercio internacional de cereales? El maíz nació aquí en Guatemala, en Paxil, en las montañas de Huehuetenango, como un regalo de nuestros ancestros para todo el mundo. Tal como la concepción del 0 o como el manejo del tiempo.
La espiritualidad maya es una noción infinita que va mucho más allá de cualquier división religiosa. En la actualidad, las plegarias por la llegada oportuna de las lluvias son ocasión de tradiciones y rituales que también incluyen celebraciones del cristianismo, ya sean misas católicas o cultos evangélicos para rogar por el éxito del trabajo del campo.
Yo crecí con los consejos y prácticas de la cultura maya q’anjob’al. Cuando nací colgaron mi ombligo en la punta de un árbol para que no se me olvidara de donde provengo y crezca tan alto posible, y esa creencia no me limita ni me impide respetar, admirar, comprender y dialogar con otras cosmovisiones. Soy cristiano y tengo mis raíces mayas.
Nunca me cansaré de decir que nuestras raíces son nuestra fortaleza. Con frecuencia se exponen tradiciones y manifestaciones culturales mayas en la promoción internacional del país y eso es totalmente válido. Pero en la práctica se debe tomar en cuenta la esencia de la espiritualidad maya sin cometer el error de proyectarlos como dioses, ya que esta práctica, ha puesto en riesgo a los guías espirituales y científicos mayas. A muchos les ha costado hasta la vida—intolerable en ninguna religión.
Descubrir las fortalezas productivas, culturales y también espirituales de los pueblos del norte, el oriente, el occidente y del sur nos ayudará a fortalecer a Guatemala como un mosaico de encuentro, de hermandad y de democracia en la cual todos somos iguales en derechos y obligaciones.
¡Todos somos Guatemala!