Nuestro país debe independizarse, pero de la corrupción, de la politiquería, de los divisionismos y de los discursos de odio que unos cuantos tratan de sembrar.
Millones de guatemaltecos festejarán este 15 de Septiembre a la patria hermosa, a esta Tierra grande, fértil y bendecida por Dios. Los migrantes no somos la excepción y aunque lejos del suelo que nos vio nacer, el cual tuvimos que dejar para sobrevivir, nos recordamos con una lágrima en los ojos de los atardeceres, paisajes, sonidos y vivencias de infancia en nuestra querida Guatemala.
Guatemala es de todos, es nuestra y todos juntos aportamos a su construcción. Lamentablemente existen malos hijos que quieren dividirla, separarla, sembrar la discordia y explotar odios que no conducen a nada bueno. Pero sabemos que esas polarizaciones solo condujeron a una guerra inútil, absurda, que solo dejó pobreza, hambre, miles de huérfanos y decenas de miles de desplazados, entre ellos mi familia. Ese malestar, nos toca evitarlo hoy—desde donde nos encontremos.
Mi familia y yo, hace más de tres décadas tuvimos que dejar nuestro pueblo, Santa Eulalia, para salvar la vida. Nos asentamos en Estados Unidos, en donde gracias al amor de nuestros padres, a sus consejos y también regaños valiosos pudimos estudiar y encontrar un camino de desarrollo. Esa es la sabiduría de tantos padres guatemaltecos que con sacrificio tienen dos o tres trabajos para poder sostener el hogar y también enviar ayuda a los seres queridos en Guatemala.
Los migrantes guatemaltecos salieron en busca de oportunidades y desde lejos tienen claros los fracasos y fallos de malos servidores públicos.
Por acá en El Norte, hay preparativos en comunidades migrantes guatemaltecas para conmemorar el Día de la Independencia. Sí, sé que hay muchos cuestionamientos sobre el verdadero origen de tal fecha y los efectos de tal decisión, pero de todas las cosas hay que saber agarrar lo bueno. Es un momento de encuentro e identificación para los guatemaltecos y centroamericanos. Es una ocasión para reafirmar las raíces multiculturales con espíritu festivo, de hermandad.
¿Qué hay muchísimo por mejorar en Guatemala? Sí, lo hay. Y desde el extranjero, con nuestras remesas ponemos nuestro granito de maíz—convertido en el tronco de la economía guatemalteca, para mejorar nuestro país. — Y así, todos debemos aportar nuestro grano de maíz a esa construcción de un porvenir más prometedor. También vemos desde el extranjero que los resultados electorales dieron un respiro, una luz de ánimo para todas las generaciones de guatemaltecos que coexisten actualmente. Sigue la transición de mando y vendrá en 2024 una nueva etapa en la que se necesitará emprender la transformación, para encender una pacífica revolución de actitudes, aportes y excelencia en el desempeño personal, familiar, empresarial.
En la fecha de hace 202 años hay tantas carencias, pero quienes las vemos, hoy trabajamos para que no tengamos que esperar otros 202 años para lograr una verdadera independencia. Y se debe hacer sin revivir odios de la guerra fría o rencores del siglo XX. Queremos vivir el presente con acción y decisión, con amor y solidaridad de hermanos para poder exigir a los malos servidores públicos que cesen en sus malas prácticas o que se vayan.
Debemos conquistar una nueva independencia: debemos ser libres de la corrupción que tantas vidas ha cobrado, debemos librarnos de la politiquería barata que paradójicamente nos ha costado muy cara en tiempo y recursos, tenemos que acabar con la tiranía de los divisionismos inducidos. Los migrantes lo vemos muy claro: en los Estados Unidos se ven los desbalances y los malos resultados de diversos gobiernos que hemos tenido.
Y desde “El Norte”, les deseo un Feliz 15 de septiembre a todos los guatemaltecos, sin fronteras. Avancemos a una nueva historia patria construida con valores coherentes.