Las micro y pequeñas empresas generan ya oportunidades de empleo y con ello contribuyen al desarrollo.
La prioridad de generar empleos no es negociable, debe ser prioridad de nación. Y para concretarse a mayor escala necesita superar los enfoques tradicionales. Para detener la migración forzada—el éxodo de talentos, se necesita crear condiciones para lograr el éxito en Guatemala. La construcción de esta visión necesita de una transformación de competencias a través de la educación pública y privada.
Este cambio de abordaje sistemático es factible y se puede poner en práctica de inmediato. En esta vida, nada—absolutamente nada es imposible. Pero se necesita de voluntad y de unión. Se deben erradicar las divisiones por supuestas ideologías, porque las realidades de los ciudadanos son muy concretas y diarias.
Existen necesidades económicas, sí. Pero también personas con ganas de sobresalir. Los guatemaltecos somos trabajadores y así se reconoce nuestro potencial en cualquier parte. Pero no somos mano de obra barata y debemos cambiar esa narrativa de presentar al país de esta manera ante inversionistas, de lo contrario, nunca se reconocerá nuestro valor y seguiremos siendo un país del tercer mundo. Tenemos talento. Poseemos una brillante y natural creatividad. Nos gusta superarnos honradamente, porque tenemos valores sólidos heredados de nuestros padres, abuelos y generaciones anteriores.
Prueba de todo este conjunto de cualidades es la enorme cantidad de emprendedores que existen en todo el país: en calles, plazas, aldeas, mercados, centros comerciales, autobuses, barrios, redes sociales. Ante las difíciles condiciones de las últimas décadas está demostrado que, en Guatemala, o emprendes o emprendes: ni más ni menos que la creatividad impulsada por la sobrevivencia. Y justo allí está la oportunidad para potenciar un modelo de desarrollo integral, descentralizado y sostenible para la sociedad guatemalteca.
La productividad y la iniciativa de los guatemaltecos deben ser apoyados por el Estado.
Lamentablemente, 3 de cada 4 emprendimientos no sobrepasa los dos años por falta de acompañamiento, por desconexión respecto de otros esfuerzos y a veces incluso su mismo éxito los rebasa en su capacidad de producción al no poder escalar a mayores niveles—por falta de acompañamiento.
El Estado debe acompañar eficientemente al emprendedor, a la emprendedora: capacitarlos para el manejo correcto de sus finanzas de costos y beneficios, para crear productos y servicios con valor agregado al consumidor. Es clave el acceso a créditos con intereses bajos y el seguimiento técnico frente a variables del mercado y conducta del consumidor. Sin caer en centralismos improductivos, es necesario ofrecer condiciones y estímulos para integrarse al sistema financiero con facilidad, a fin de posibilitar los pagos en línea de pedidos y materias primas, a la vez que el sistema fiscal ofrezca incentivos para la regularización.
La transformación digital de los guatemaltecos se expandió en los últimos tres años. La pandemia fue dolorosa, pero con todas sus dificultades nos obligó a todos a innovar en nuestra manera de comunicarnos, de laborar, de visualizar las oportunidades. Las autoridades deberían aprovechar esta transformación digital de los guatemaltecos para integrar a la población productiva a un entorno tecnológico y comercial global.
Es vital que el Estado facilite condiciones para que los emprendedores crezcan y puedan competir — en su región de origen, a nivel nacional o global —. Debe quitar del camino todos los “peros”—pues, aunque la productividad ha evolucionado, la burocracia se mantiene lenta, pesada, onerosa e ineficiente.
La nueva generación de trabajos dignos provendrá de los emprendimientos —y de ahí vendrá la transformación de Guatemala. Cada micro o pequeña empresa exitosa puede generar de 3 a 10 empleos directos, con la consiguiente concreción de negocios que impactará en otras áreas económicas. Si hay trabajos dignos y sostenidos, hay ingresos para satisfacer las necesidades cotidianas que conducen al desarrollo integral.