Solo avanzaremos en el cambio si nos enfocamos en soluciones.
Uno de los pilares de mi forma de pensar es la de asumir siempre una actitud positiva y anteponer a la crítica, una propuesta. Solo se avanza hacia el cambio si, lejos de estancarnos en los problemas, nos enfocamos en las posibles soluciones.
Mi reflexión en esta ocasión gira justamente alrededor de una propuesta concreta. Antes que nada, quisiera ponerlos en contexto. Con frecuencia podemos ser testigos del rechazo a ciertos valores o representaciones simbólicas configurados en el imaginario social y que, de alguna manera, grupos importantes de nuestra sociedad objetan como códigos en los que subyace el sustento ideológico hegemónico.
«Es vital cambiar simbolismos que pueden interferir en nuestro avance como sociedad multicultural y diversa, o que limiten los esfuerzos encaminados hacia lograr un país en unidad, con equidad y desarrollo». – Marcos Antil
Entonces, con anticipación a la coyuntura, quiero referirme a una fecha en particular, cuatro meses antes de que ocurra: el llamado Día de la Raza y de la Hispanidad, que se refiere al 12 de octubre, fecha que conmemora el arribo de los primeros europeos a América. Para unos es un día en el cual se “culturizó” y “civilizó” a los ancestros indígenas, pero para otros es un signo de invasión, opresión e intolerancia. Precisamente aquí es donde radica la crítica al transmitirse la idea de dominación y prevalencia de una cultura conquistadora. Es claro que no podemos cambiar nuestra historia, pero sí podemos mejorarla, 500 años después.
Cuando estaba en la secundaria en Los Ángeles —allá este día se conoce como “Columbus Day”—, no comprendía el porqué de esta celebración, si fue cuando la población originaria perdió su sistema de vida, su sostenibilidad, su tejido social y fue sometida a tratos crueles en todo el Continente. Aún sigo sin entender: es como un constante recordatorio de “te conquistamos”. ¡El dominar no une, sino que divide, excluye y oprime!
Dicho esto, mi propuesta es: derrumbemos estos símbolos, —comenzando con el Día de la Raza, de la Hispanidad o de Colón. Cambiarlo puede reducir la división que hoy vive nuestro país. Mantenerlo ofende a más de la mitad de la población de Guatemala. ¡Reemplacémoslo por algo que nos una!
No se trata solo cambiar una denominación de día, sino de transformar el sentido de esa conmemoración, por algo actual, beneficioso y que involucre a toda la nación.
¡Sí! Cambiemos esa ocasión por un Día de la Excelencia en los estudios o en el trabajo; o un día para Salvar a la Naturaleza, a fin de desarrollar campañas de educación ambiental, reforestación, reciclaje y todo lo que tenga que ver con protección de nuestro entorno. Sin ir tan lejos sería la fecha para proteger las reservas naturales, como la cuenca El Mirador y otras.
Podría incluso ser un día dedicado a la solidaridad. Dedicar al menos un día del año a compartir con las personas menos favorecidas, ejercer voluntariado, efectuar masivamente donaciones de caridad y donación de tiempo. Que sea el Día de los Guatemaltecos, no solo impactará positivamente en miles de vidas, sino que redundará en fortalecer nuestros valores y principios humanos. Nos ayudará a reinventarnos.
Pienso que la ciudadanía está ansiosa por tener ocasiones concretas que ayudan a engrandecer al país y propiciar su desarrollo. Las sociedades cambian en el tiempo y por lo tanto es momento de cuestionar y eventualmente suprimir conmemoraciones que conllevan a polémicas estériles, para dar espacio a acciones tangibles, pues mientras el tiempo sigue avanzando pareciera que nuestra realidad sigue estancada.