Aún en un mundo versátil, es necesario valorar las personas que amamos.
La vida presenta muchas variables de las cuales uno no tiene control, que si no estamos preparados a enfrentarlas nos pueden derrumbar.
Desde hace meses había planeado ir a un evento sobre comercio electrónico que se celebró la semana pasada en la ciudad de Nueva York. Lo tenía decidido porque me ayudaba a fortalecer conocimientos sobre este creciente mercado.
«Resulta increíble cómo tanta distracción en nuestras vidas, nos pueden llevar a olvidarnos de valorar lo realmente importante: ¡La Vida –el mejor regalo de Dios–!» – Marcos Antil.
Sin embargo, antes de partir hacia Nueva York, mi familia me informó que mi madre acababa de ser internada en un hospital debido a una infección pulmonar. Esto sucedía justo luego que la semana pasada, un día después del cumpleaños de ambos, nos dieran la mala noticia sobre que le había sido diagnosticado cáncer de pulmón.
Mi mamá nunca fumó ni tuvo vicios que la pusieran en riesgo; pero desde que nació, estuvo expuesta al humo de la cocina. Como sucede aún en muchas partes del país, se cocina en fogones, con leña y a fuego abierto, lo cual la predestinó a esta enfermedad.
Resulta increíble cómo tanta distracción en nuestras vidas, nos pueden llevar a olvidarnos de valorar lo realmente importante: ¡La Vida –el mejor regalo de Dios–!
En lo personal, estando en un mundo de constantes cambios (tecnología), también resulta necesario detenerse de vez en cuando. Disfruto tanto lo que hago que no he creído necesario parar. Comprendo ahora, la importancia de hacer tiempo para las personas que uno ama y mejor aún cuando gozan de salud.
En estos momentos delicados de mi mamá, la fuerza que nos damos entre hermanos y hermanas, liderada por el amor de mi padre, la fortaleza de familiares que la visitaron al hospital y amigos que nos tuvieron en sus oraciones, ha dado frutos. Ella ha ganado la batalla y venció la infección. Sin embargo, sabemos que aún hay una guerra por librar. Tenemos fe que con la ayuda de Dios de esta también saldrá victoriosa.
Me doy cuenta que aún en un mundo tan versátil, es posible gozar la vida. Creo que con un gesto tan sencillo como decir buenas tardes al que anda perdido en las calles de la inmensa ciudad o desearle un buen día a aquel que anda distraído por el cansancio de una larga jornada, es suficiente para empezar.
En mi humilde opinión, la clave para enfrentar las eventualidades está en hacernos dispensables.
El ser dispensable no significa abandonar nuestras responsabilidades, sino al contrario. Es compartir lo que sabemos; tener a los demás informados sobre qué hacemos y cómo lo hacemos, para que cuando toca ausentarnos no nos preocupe que las cosas no avancen o, lo que es peor, que se caigan. De esta manera, podremos enfocarnos a solventar los desafíos, sobrellevarlos con menos estrés y evitar dañar a terceros.
En la vida, es natural que uno se aferre a lo que ama. En mi familia, no queremos perder a una mujer que tiene mucho que vivir, mucho amor que dar y recibir, por lo que oraremos por su vida y luchamos por ella. Pedimos a Dios fortaleza, sabiendo que es Él quien la tiene en sus manos y quien decide sobre toda vida –la que Él mismo nos regala–.
Mientras tanto, disfrutaré de esta gran mujer. Disfrutaré escuchar su voz, sentir su gran amor, seguir sus consejos aún al ritmo de un mundo versátil. Los invito a evaluar y valorar a sus seres amados y estar preparados las emergencias, que por lo general llegan en el momento menos esperado.