El amor al prójimo y la solidaridad puede contra los muros y obstáculos de la vida.
Hace dos semanas tuvimos el honor en XumaK Guatemala de ser los anfitriones de nuestros equipos de Colombia y EE. UU., para celebrar el convivio navideño anual. Parte de nuestra convivencia y celebración fue participar conjuntamente en una actividad de servicio comunitario, que tuvo lugar en el centro educativo de ayuda social Maná de Vida, ubicado en la zona 1 de Escuintla.
Basta decir que solo el recibimiento que nos dieron era suficiente para cambiar nuestro día e incluso nuestras vidas. Pudimos sentir la energía de los niños que nos esperaban desde el ingreso hasta las instalaciones del centro, formando una cadena humana, en completa algarabía.
«Me di cuenta de que el amor al prójimo y la solidaridad puede contra los muros y obstáculos de la vida.» —Marcos Antil.
Maná de Vida es una asociación sin fines de lucro que trabaja en Escuintla con niños y jóvenes en alto riesgo y vulnerabilidad, provenientes de familias desintegradas, en situación de calle, abandono y pobreza extrema. En este centro, que sobrevive a base de donaciones, los niños y adolescentes reciben alimentación, educación en todos los niveles y el desarrollo de talentos; afecto y acompañamiento espiritual. Fue imposible no contagiarse con el espíritu y las ganas de vivir de estos pequeños. Lejos de ser una rutinaria tradición de servicio comunitario, nuestra presencia en Maná de Vida ha sido, para mí y estoy seguro de que para todo el equipo de XumaK, una bendición y al mismo tiempo una lección de esperanza.
Inspirado, nuestro equipo, conformado por los trabajadores y sus respectivas familias, colaboró con el remozamiento de algunas instalaciones, la pintura de las aulas escolares y la organización de su biblioteca. Otro grupo se encargó de preparar un almuerzo para los pequeños y otros compartieron juegos con los niños.
Fue sorprendente ver cómo incluso quienes no hablaban español, sino sólo inglés, lograban comunicarse y entenderse con los pequeños mientras jugaban y compartían.
Pude ver en el rostro de los niños de Maná de Vida una auténtica felicidad. También vi en el rostro de la familia XumaKera una genuina calidez y vivencia del servicio. Me di cuenta de que el amor al prójimo y la solidaridad puede contra los muros y obstáculos de la vida. Que apoyando a quienes lo necesitan podemos transformarlos y transformarnos.
También tuve la oportunidad de conocer a un grupo de egresados de Maná de Vida, que con el apoyo del centro han comenzado un emprendimiento y otros han logrado ingresar a la universidad. Es inspiradora la historia de cada uno. Por ejemplo, el chico que distribuye la producción de sus compañeros, cuando las personas no le compran o le cierran la puerta en la cara, lejos de molestarse les dice que volverá otro día y se despide con una sonrisa y prueba suerte en otra puerta. Eso es perseverancia y anhelo de superación.
Es imposible no estar con el corazón regocijado. Pronto este año terminará y otro nacerá. Con este fin y comienzo de un nuevo ciclo renacen las esperanzas en proyectos como Maná de Vida. También se renueva en mí y en cada miembro de la familia XumaK el compromiso y la voluntad de seguir con nuestro aporte para los menos favorecidos y para toda nuestra Guatemala.