A 18 años de haber fundado XumaK, lo dejo para perseguir metas más altas.
La noción cíclica del tiempo en la cosmovisión maya cobra relevancia con cada fin que trae un nuevo comienzo. Es así como, 18 años después de haber iniciado mi emprendimiento tecnológico XumaK—un sueño hecho realidad que hoy florece y vuela por sí mismo, lo dejo. Me voy para perseguir metas más altas de las que he logrado. Para transformar vidas con Café con Causa, y otros emprendimientos con un sentido más social.
En febrero de 2004 en Los Ángeles, California, fundé XumaK, empresa de mercadeo digital. Su nombre significa florecer en q’anjob’al. Un nombre que fusiona corazón y razón. Fue un sueño plantar una semilla, cuidarla para que creciera y luego verla florecer. Y como iba a fundar una compañía enfocada en el futuro, quería reafirmar la riqueza de mis raíces mayas. Esa civilización que logró grandes avances en astronomía, arquitectura y matemática, incluyendo la noción del cero, fundamental hoy en el concepto digital.
En los 18 años liderando XumaK aprendí mucho, pero especialmente a perder el miedo a equivocarme.
Perder el miedo posibilita intentar cosas nuevas, ir tras grandes objetivos, idear innovaciones y aspectos diferenciadores que se vuelven ventajas. Aún si el intento fracasara, también era un aprendizaje, sin olvidar que la mentalidad de éxito es clave. No tenía clientes, dinero, ni oficina. Había un montón de “no tengo” pero en igual proporción me abundaba la convicción de trabajar y triunfar.
Antes de 2008, aun con muy pocos empleados, XumaK ya atendía clientes en 10 países. Pero la crisis financiera global de ese año casi nos obliga a cerrar. Para sobrevivir debíamos abrir oficinas fuera de EE. UU. Mis asesores financieros eran enfáticos en que India era la mejor opción. En Latinoamérica las opciones eran Argentina o México, países que han invertido en educación y tecnología. Yo había estado considerando una opción adicional, pero nadie me la recomendaba. Al contrario, me advertían que era una locura. ¿Establecer el centro de operaciones en Guatemala? No—decían. Los costos, la disponibilidad de personal calificado, los índices de violencia y requisitos legales se veían como serios inconvenientes. Pero me impulsaba la convicción de nadar contra corriente, invertir y abrir oportunidades en mi país.
Quería arrancar la nueva era de XumaK en mi tierra natal. No fue fácil. Hubo mil y un inconvenientes, pero la visión era clara y el sueño era, es grande: que los niños y jóvenes no tengan que pasar por las mismas penurias de mi generación. Que para salir adelante nadie tenga que verse forzado a migrar y que las familias no tengan que separarse, como alguna vez tuvo que hacerlo la mía. Hoy ese sueño lo veo cumplido con el equipo de hombres y mujeres que dejo y en las comunidades que, gracias al trabajo de cada XumaKero, reciben educación gratuita.
Seguiré apostándole a Guatemala, a su gente y a su niñez—desde las aldeas hasta la ciudad.
En 18 años XumaK ha prestado servicios a empresas—la mayoría del Fortune 500, en más de 25 países. En febrero de 2020, la empresa más grande del mundo de publicidad puso sus ojos en XumaK—le apostó al talento guatemalteco y fue así como un equipo elite de tecnólogos respetados a nivel mundial y por méritos propios, pasaron a integrarse a un equipo de más de 200 mil empleados. ¡Me voy feliz y satisfecho!
En esta nueva etapa de mi vida seguiré apostándole a Guatemala, a su gente y a su niñez, desde las aldeas hasta la ciudad. Voy tras metas más altas porque soy guatemalteco, padre, hijo, hermano, emprendedor. Llevo en mi ADN el alma q’anjob’al y orgullo de haber nacido en esta dichosa y sufrida tierra del sagrado Quetzal.
So long XumaK!