Todos podemos aprender y apoyar a nuestra juventud. ¡Seamos cultivadores!
Los aprendizajes que cada día tengo sobre nuestras escuelas me han hecho sentir muy ignorante. Y no es porque la información no esté a mano, simplemente porque no he podido dedicar el tiempo necesario para buscarla. Podría decir que es un sistema difícil o comenzar a hablar de todas sus debilidades en busca de culpables, pero lo que sí he aprendido a nivel personal es que apuntando a otros no se resuelve nada.
Hace casi dos años emprendí un viaje por los lugares más remotos de nuestro país, donde conocí a mucha gente, a muchos padres de familia que se preocupaban por darle un mejor futuro a su familia. En ese viaje fui a la aldea Cocola Grande, estancada en el tiempo y aislada del progreso, que además de no tener electricidad o agua potable, tampoco tenía un instituto básico. El más cercano estaba a tres horas en picop 4×4.
Al escuchar cómo los padres en esta comunidad habían tratado de obtener la apertura de un instituto por años, y al ver a tantos jóvenes privados de este derecho, emprendí como meta personal el apoyar la apertura de ese sueño añorado. Gracias a Dios y al esfuerzo de los padres de la comunidad, con apoyo de XumaK y del Ministerio de Educación, se pudo aprobar para el 2016 el Instituto Nacional de Educación Básica a la cual fueron inscritos 51 alumnos entre las edades de 14 y 21, quienes terminaron el año con promedios muy por sobre los nacionales.
«Todos podemos hacer la diferencia si nos enfocamos a una meta común. Y qué mejor, cuando se toca, para bien, la vida de otras personas.» Marcos Antil
Hace dos semanas, al revisar la nueva inscripción, esta vez de 52 estudiantes, me enteré de la triste realidad de los 11 estudiantes que se habían graduado en el 2016 de tercero básico. Ninguno de ellos siguió estudiando —ya no había dónde—. Era necesario también un Instituto Nacional de Educación Diversificada (INED) para tener la oportunidad de ir a la universidad.
Quizás esto para muchos es información básica, para mí, desafortunadamente no lo era. Emprendí con el equipo de XumaK la tarea de hablar con el ministro de Educación, que muy amablemente nos dio una cita. Expusimos la necesidad que había, enfatizando el compromiso de los padres, de la comunidad, de los alumnos y de XumaK para la solicitud del INED. Con este plan sólido, nos lo aprobaron para el año escolar 2018. Ahora estoy seguro de que muchos de estos jóvenes podrán en poco tiempo ir a una universidad —y proveerse así mismos un mejor futuro—. El apoyo del sector privado para pagar a los maestros para el primer año de apertura fue totalmente indispensable.
Confieso que quizás es un aprendizaje lento, pero definitivamente es una experiencia que va con fuerza.
Como ciudadano seguiré con esta búsqueda de aprendizaje, y con el apoyo de las comunidades que se preocupan por la educación de su familia y el Ministerio de Educación intentaremos habilitar más escuelas y dar oportunidad a más jóvenes de los rincones más lejanos del país.
«Es poner nuestro granito de maíz para que podamos sostenernos sin tener que migrar y arriesgar nuestra vida para poder tener un mejor futuro.»