Una carta abierta al mayor tesoro de Guatemala: sus jóvenes.
Me siento dichoso por haber nacido en Guatemala y saber que es un país bendecido con la pluriculturalidad, el multilingüismo y la diversidad natural. Gracias a Dios he podido conocer el mundo y ver lo que es el progreso, aunque también he sido testigo de las necesidades.
Como guatemalteco, maya, q’anjobal, migrante y empresario de tecnología me siento orgulloso de haber nacido en un país con raíces tan antiguas y esplendorosas. Somos herederos de una civilización que dejó testimonios impresionantes de su avanzado desarrollo, también de sus fallos y crisis. En la actualidad, también tenemos altibajos y glorias. Somos una generación que busca superar un pasado reciente de dolor y un presente crítico.
En ese presente figuramos los jóvenes, como esencia del futuro que se labra ya. Es por esto que llamo a esos espíritus renovados a tomar las riendas y responsabilidades de su destino. Durante décadas, otros han decidido por nosotros y han manejado nuestro destino como país, al antojo de sus intereses. Esto debe cambiar y darnos cuenta que, hoy más que nunca, está en nuestras manos marcar el rumbo de Guatemala.
Las estadísticas indiscutiblemente dimensionan la preponderancia que tiene la juventud en los diferentes escenarios y procesos de la vida nacional, y el potencial que representa para las transformaciones que requiere el país. Según cifras del TSE, las personas entre 18 y 40 años suman el 57% del total de empadronados, lo cual denota el poder de decisión que posee este grupo de la población, pero que a menudo queda confundido por rivalidades políticas, descontento o simple apatía.
«Hoy todos estamos desencantados de la política, pero no debemos olvidar que la política genuina promueve la democracia y bien utilizada es la forma más eficaz para impulsar el progreso.» – Marcos Antil.
Querida Juventud, Guatemala se encuentra en un punto de inflexión y debemos aprovechar las condiciones para impulsar cambios profundos.
Los invito jóvenes, mujeres y hombres, a no dejar pasar la oportunidad para sumarse al cambio y accionar desde los diversos espacios que ofrece la vida pública, ya sea en las esferas del trabajo, el voluntariado, la cultura o la política. Donde quiera que estén leyendo esta carta, ya sea en el periódico, el internet o si lo escuchan mientras la leen por la radio, los invito a formar parte del cambio.
Guatemala necesita de nuestra generación; de nuevos líderes. Es momento de un cambio de pensamiento para transformar realidades.
Seguramente hoy todos estamos desencantados de la política, pero no debemos olvidar que la política genuina promueve la democracia y bien utilizada es la forma más eficaz para impulsar el progreso. Debemos involucrarnos, integrar iniciativas, grupos cívicos juveniles y no parar de luchar de forma coherente, con palabras y hechos que hablan.
La semilla del cambio germina en cada uno, puede cultivarse en familia, fertilizarse en comunidad y cosecharse en país.
Debemos adueñarnos individualmente de nuestras acciones, del presente y del futuro.
Desde mi labor como empresario busco ayudar a escuelas y comunidades, con tecnología e innovación. Lo hago porque sueño y anhelo una Guatemala próspera a plenitud. Primero dios, mi grano de maíz germina. ¿Y el de ustedes? ¿Qué van a sembrar? ¿Qué quieren cosechar?