Debemos prepararnos ante discursos repletos de demagogia y ofrecimientos de corto plazo.
A veces es difícil entender los cambios que atestiguamos en el presente. Giros desde el modo de actuar hasta la forma de pensar. Por si fuera poco, en los últimos años, vemos cómo las ideologías han mutado e incluso han sufrido regresiones graves al pasado.
Produce miedo, porque tal como lo atestigua la historia, todas las ideologías que se alimentan del temor, terminan con similares resultados —especialmente las ideologías impuestas a base de desinformación y coerción. La persecución de los cristianos, el rechazo a la verdad de los que descubrieron que la Tierra era redonda, la dominación de potencias imperialistas del siglo XIX e incluso el nacionalsocialismo en la década 1930— son claros ejemplos de los errores de la radicalización ideológica, que entraña serios peligros para la humanidad.
«En el presente, creo que existe una coincidencia generalizada respecto que, en términos políticos, el sistema democrático libre ha resultado mejor que el comunismo o el fascismo. Sin embargo, con el tiempo han surgido fenómenos ideológicos como la globalización, el ultranacionalismo, entre otros». – Marcos Antil
Hablando del ultranacionalismo, hoy somos testigos de su reciente victoria en Estados Unidos. El actual presidente de Estados Unidos corrió las elecciones sobre la plataforma de poner a EE. UU. ante todo —y ha decidido empujar su agenda, apartándose de los logros alcanzados anteriormente en conjunto con otros países.
La ideología ultranacionalista cada vez cobra mayor fuerza y coquetea con el autoritarismo —que se alimenta del egocentrismo y se robustece con el temor de la mayoría. Se nutre de aquellos que pretenden hacer algo que saben que no es ético, pero que ante la posibilidad de que alguien más lo pueda hacer, lo apoyan.
El trabajo en equipo es difícil. Lograr consensos resulta complicado, ya que es indispensable escuchar a todos para lograr un balance. Sin embargo, el peligro de no hacerlo y tomarse el “derecho” de decidir sin consenso, puede no solo generar división, sino llevar al autoritarismo.
Este tipo de ideología se alimenta de las cosas fáciles de obtener, rápidas de hacer y su festejo no suele durar, ya que vive del cortoplacismo y menosprecia la innovación. Pero sin innovación, el fin es inexorable. Revivir industrias que dañan el ambiente, por ejemplo, no es una solución a largo plazo, no obstante que puedan generar trabajos por un tiempo. China es un buen ejemplo. Si bien se ha convertido en un poder mundial y su crecimiento económico emergió, ya empieza a refrenarse. En muchas ciudades de ese país no saben qué es tener un cielo azul y respirar aire puro.
En nuestra región, este tipo de ideología va tomando forma y un claro ejemplo es Nicaragua y ahora Honduras, que corteja con la idea del autoritarismo.
«En Guatemala, se avizora que en las próximas elecciones los contendientes se guíen por discursos que apelan al miedo y al ultranacionalismo, que en sí oculta un veneno despótico». – Marcos Antil
Debemos buscar el consenso y enfrentar esta marea ultranacionalista con la participación de nuevas generaciones de ciudadanos, con educación renovada y un correcto concepto de patria, que lleve a innovar y no a repetir el pasado.