Los invito a soñar el futuro… específicamente, el de una patria Centroamericana.
Es viernes. 16.30 horas, tiempo local de Ciudad Guatemala del año 2056. Ha sido una semana agotadora pero productiva. Para renovar energías, quisiera hacer algo distinto para el fin de semana. ¿A dónde ir? Hay tantas opciones.
A mi mente viene Granada, Nicaragua, con su clima cálido y edificios coloniales. Pasear a orillas del gran Lago y hospedarme en uno de los hotelitos que abundan en muchas de sus 300 isletas. Reviso el precio: ¡Nada mal! 115 “Centros” la noche. Hace tres décadas que dejamos atrás las monedas diversas, ¡qué confuso era!
«La tecnología no es nada. Lo importante es que tengas fe en la gente, que sean básicamente buenas e inteligentes, y si les das herramientas, harán cosas maravillosas con ellas.» -Steve Jobs.
Hay varios vuelos próximos, pero si me apuro aún podré tomar el “Intercentroamericano”, tren rápido que sale a las 17.30 horas desde la “Gran Estación Obelisco (GEO)”. Desde mi oficina puedo caminar hasta la estación “Juan Pablo II”, de ahí a la GEO son 20 minutos en metro.
En Guatemala, al igual que en los países centroamericanos, desde que se emprendieron audaces inversiones sociales del Estado y de la iniciativa privada la criminalidad se redujo y el desarrollo florece. Los dos polos culturales que se crearon, uno en Rabinal, Baja Verapaz, que ahora queda a solo 90 minutos de la capital —conectados por una moderna carretera y el otro en Zacapa, donde funciona un moderno aeropuerto, son también resultados del histórico despertar de los ciudadanos del 2015, el cual también trajo una mayor conciencia ecológica, sobre todo tras la crisis del agua de 2019, que condujo a una masiva reforestación y fuerte protección a las reservas naturales del Istmo.
Llegamos a las 17.20 horas a la estación. Hubo tiempo de comprar unos chiles rellenos y un atolito para el camino. En tres horas estaremos en Managua y de ahí, 35 minutos para llegar a Granada.
Raudos, pasamos el río Los Esclavos, en Santa Rosa, desde donde divisamos en paralelo el antiguo puente de piedra, con más de 400 años. ¿Quién iba a pensar que en este pequeño poblado iba a nacer una ciudad tecnológica? Cada país del Istmo completó la interconexión de fibra óptica y se abrieron insospechadas oportunidades.
Estamos por llegar a Santa Ana, la segunda ciudad en importancia de El Salvador. Paramos 10 minutos. Desde que las fronteras desaparecieron, ya no existen largas colas fronterizas.
En el trayecto pasamos cerca de la gran planta solar en Choluteca, una de las ciudades de Honduras con mayores transformaciones. Se habla de crear una planta similar en Sayaxché, Petén. Usarán la misma tecnología desarrollada por universitarios guatemaltecos, que ahora se exporta hacia Estados Unidos y Europa. No olvidemos que cerca de ahí despegó hace un tiempo el “Acatenango I”, el primero de 26 satélites centroamericanos ya en órbita.
El trayecto de Choluteca a León, Nicaragua, es muy rápido. El característico calor tropical nos da la bienvenida a Managua. Debemos apresurarnos; el tren para Granada sale en siete minutos. Llegaremos a nuestro destino cerca de las 21.30 horas.
El futuro está a un paso. La modernización del transporte, la competitividad, la simplificación aduanera, la transparencia total, el desarrollo tecnológico, la inclusión total y la conservación ecológica podrán ya no ser solo un sueño de progreso si los centroamericanos somos una sola patria, una sola visión.