Prensa Libre

Resolvamos nuestros problemas—porque nadie más podrá resolverlo por nosotros.

A partir de junio, prácticamente arranca la contienda electoral del 2019 en Guatemala, ya que es cuando los partidos políticos deberán comenzar a realizar sus asambleas municipales con vistas a la designación de candidatos a cargos de elección popular; y a finales de este año, anunciar a sus aspirantes presidenciales, tal y como lo manda la Ley.

La coyuntura actual y la dinámica registrada desde las últimas elecciones han generado un ambiente totalmente distinto, inédito podría decirse, en relación con los eventos anteriores. Por ejemplo, en otros años casi siempre se apostaba a que el candidato que había quedado segundo en las últimas elecciones iba ser quien ganaría. Esta vez, tal certeza se ha desvanecido.

Lo que sí sigue existiendo es nuestra manía de especular quien será el próximo presidente de nuestro país y en la coyuntura, es fácil llegar a la conclusión de que no hay candidato idóneo.

Es decir, no vemos al aspirante perfecto que pueda resolver nuestros problemas. Tener esa mentalidad es una gran desventaja ciudadana.

No hace falta especular: ese candidato perfecto no existe, ya que su mera existencia depende de nosotros mismos. Es necesario que, como ciudadanos responsables, cada uno hagamos un ejercicio serio de reflexión interna. Mirarnos al espejo y ver nuestra historia y realidad actual para poder preguntarnos qué podemos hacer para resolver nuestros problemas. ¿En qué forma puedo yo aportar como individuo para no esperar que otro venga a hacerlo por mí?

La acción comienza desde ahora, cuando la ciudadanía debe manifestar su rechazo a cualquier retroceso en las reformas electorales conseguidas hasta ahora, que si bien no son las ideales, ya marcan un freno a ciertos abusos de los políticos.

La ciudadanía activa —tu y yo, nosotros—, consciente y reflexiva es la barrera más efectiva para evitar que alguien nos venga a encantar con eslóganes y promesas que anhelamos oír. Que esa persona a quien se le entregue el timón de nuestro país y de nuestro futuro sea alguien que tenga el don de servir, calificado, con una agenda clara, y así no encontrarnos con las sorpresas desagradables que hemos sufrido. Somos humanos y cometemos errores, pero esta vez es la oportunidad de rectificar.

Por poner algunos ejemplos de los problemas que deberíamos resolver y no esperar que lo resuelvan por nosotros: lo que pasa en el magisterio y la permanente suspensión de clases que resta posibilidades de avanzar en la educación de la niñez, a raíz de las prolongadas huelgas del sindicato de maestros, no es un asunto nuevo y como sociedad, no deberíamos permitir la manipulación de los malos líderes.

Las denuncias de criminalización contra líderes sociales vinculados a conflictos con algunas industrias, problemas territoriales y agrarios son un tema postergado que se debe atender dentro de la legalidad.

Ya es tiempo de que cada uno de nosotros empecemos por asumir nuestra responsabilidad.

Si una persona honrada y exitoso tiene el don del servicio público tiene entonces la posibilidad o incluso el llamado de integrarse a equipos de gobierno que sirvan al país, a fin de trabajar por el desarrollo de todos, con la sola prioridad de estimular el desarrollo.

Personalmente, creo en nuestra gente, en el progreso y en el trabajo en equipo, donde además de trabajar con una meta nacional común, cada uno se responsabilice de sus acciones y de su futuro. Ese equipo no solo es un partido político, sino cada uno de nosotros, cada comunidad, cada municipio, cada departamento. Dejarse embelesar por canciones o discursos que dividen es exponerse a nuevos fiascos.

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