Prensa Libre

Los guatemaltecos debemos tener la educación como nuestra mayor prioridad.

La pandemia ha significado un gran desafío para el sistema educativo, pero al mismo tiempo, ha representado una oportunidad para innovar, adaptarse y sobresalir para centros educativos dirigidos por personas visionarias. No solo se trató de asumir el reto sin precedentes de continuar el año lectivo bajo las exigencias del distanciamiento social, sino que, además, no perdieron la ruta hacia la calidad educativa.

Cuando hablamos de calidad educativa, nos referimos a la búsqueda constante del mejoramiento del proceso educativo en todos sus elementos: material escolar, métodos de enseñanza y exigencias curriculares, así como logros estudiantiles. Pero la educación de calidad también abarca la vinculación entre la enseñanza, la realidad social y la vida personal de los educandos.

La educación de excelencia debe ser la regla y no la excepción.

La calidad educativa en Guatemala, debe evolucionar—mientras tanto, aún con los desafíos del laberinto del sistema de educación de hoy, habrá excepciones que nos enseñan que cuando se quiere hacer algo con excelencia y fuera de la zona de confort, todo es posible. Dicho esto, me llamó la atención una reciente historia que leí de un centro educativo que está marcando la diferencia.

Se trata del Colegio en Computación San Bernabé, ubicado en la colonia San Bernabé Vista Hermosa, del municipio de Parramos, Chimaltenango que, desde su fundación en 2008, se ha centrado en buscar que los niños y jóvenes reciban educación de calidad y orientada a prepararlos para los desafíos de la vida, la superación de sus familias y el progreso de sus comunidades.

Fue fundado por dos ciudadanos estadounidenses que llegaron al país para aprender español y que se quedaron para aportar en el desarrollo de Guatemala y encontraron una comunidad que mostró una firme apuesta por la educación de sus hijos.

El éxito de su modelo se basa en el pleno involucramiento de la comunidad en el proceso educativo de sus retoños. La población ha gestionado fondos para los edificios y laboratorios de computación del centro educativo y ha aportado mano de obra para su construcción y mantenimiento. Existe un programa de beca total o parcial, bajo el compromiso de mantener un buen promedio. Los alumnos reciben tutorías para reforzar sus materias y también cursos adicionales de inglés los fines de semana. Los estudiantes que asisten a competencias académicas, van unas horas más a clases entre semana para reforzar sus estudios y prepararse mejor. En todas las carreras, los jóvenes reciben clases adicionales en: Biología, Física, Lenguaje, Matemática y Química, para prepararlos a su ingreso a la USAC y realizan las pruebas en las cinco materias antes de graduarse del colegio. En 2018, por ejemplo, en los exámenes de graduandos del Ministerio de Educación, el colegio logró 100% en Lenguaje y Matemáticas, frente al promedio nacional de 9% y 32%, respectivamente para ese año. Este 2020, por cuarto año consecutivo los jóvenes de San Bernabé, superaron los cinco exámenes básicos de admisión de la Universidad de San Carlos en el primer intento.

Con la llegada de la pandemia, el colegio se ha valido de plataformas como Zoom y Classroom para adaptarse a las clases virtuales.

Es un hecho que nuestras comunidades quieren lo mejor para sus hijas, hijos.

Seguramente, como San Bernabé, habrá otros centros educativos que han sabido innovar para priorizar la continuidad de la educación, sin perder su calidad. Es un hecho que nuestras comunidades quieren lo mejor para sus hijas, hijos. Por eso en Guatemala la calidad educativa debe ser la regla—y con acceso a todos por igual, porque solo así lograremos dimensionar el impacto de la educación en nuestro progreso y desarrollo. Insisto en que es hora de que los guatemaltecos nos volquemos a buscar que la educación sea la mayor prioridad de inversión en nuestro país.