La realidad interactiva nos ha alcanzado y nos exige preparación
Un “hub”, es decir, un eje, un centro, un punto de encuentro y desarrollo tecnológico, es lo que soñé cuando vine en 2003 de nuevo a Guatemala, después de haber migrado junto a mi familia en 1990.
Han pasado ya 13 años desde aquella primera visita y el sueño cada vez gana más visos de realidad. Es agradable ver que cada vez más la capital guatemalteca es sede de importantes congresos, talleres, convenciones y otro tipo de eventos relacionados con innovación, tecnología, márquetin y emprendimiento digital.
«Aun siendo un país digitalmente naciente, el hecho de que estos eventos ya estén tomando fuerza es señal de que ya nos subimos al barco de la industrialización tecnológica y no hay vuelta atrás. ¡El futuro es digital!» – Marcos Antil
En agosto, por ejemplo, tuvo lugar el Marketing Trends & Innovation Expo; luego, en este septiembre, se han llevado a cabo el Innovate Summit, el Tigo Business Forum y un Training Day. Y qué decir del Congreso Internacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que se encuentra ya próximo, así como el Guatemala Investment Summit 2016, el 9 y 10 de noviembre. En todos brilla el talento nacional y se comparte el conocimiento global.
La transformación por medio de esfuerzos institucionales y personales sostenidos empieza a regir nuestras vidas en casi todos los niveles. ¿Qué falta por hacer? Mucho, pero poco a poco se concreta una de las fases más difíciles: creer que otra Guatemala es posible.
Aun siendo un país digitalmente naciente, el hecho de que estos eventos ya estén tomando fuerza es señal de que ya nos subimos al barco de la industrialización tecnológica y no hay vuelta atrás. ¡El futuro es digital!
En términos de penetración de Internet, Guatemala apenas alcanza el 20%, mientras que, en acceso a banda ancha, el país ronda el 15%, donde los dispositivos móviles tienen un importante peso. En cuanto a legislación y competencia, hay importantes desafíos que los políticos deberán asumir por su compromiso con la historia y el desarrollo, como la obligación de actualizarse y de sancionar a aquellos oportunistas con la vista puesta en réditos económicos. Por eso es importante que la próxima concesión del espectro digital se efectúe con transparencia y con claro beneficio para la sociedad, y no para consorcios ni sectores reducidos.
El constante crecimiento del comercio electrónico y del márquetin digital, la expansión de los centros de llamadas evidencian que la realidad interactiva nos ha alcanzado y nos exige prepararnos para mantenernos en el mercado.
Solo para tener una idea de hacia dónde vamos: según una recopilación de datos de SAP, marca dedicada al software de aplicaciones empresariales, para 2020, en el mundo habrá autos totalmente autónomos; el 40% del valor de los mismos estará en el software. Para ese mismo año, la industria de drones crecerá de US$15.2 millones a US$1.2 mil millones. Se espera un aumento exponencial de uso de dinero electrónico, de la realidad virtual y de la generalización de la nanotecnología, entre otros.
Desde la perspectiva social, la transformación digital presenta un alto potencial para impactar positivamente en la educación, la salud y la seguridad ciudadana, y con ello redundar en el fortalecimiento de la gobernabilidad y la democracia.