Como con los desastres naturales, una crisis política debe servirnos para aprender a prevenir y resurgir.
La semana pasada, mientras en Miami nos preparábamos para sobrellevar la furia del huracán Irma, una serie de fenómenos naturales y sociales también sacudían a Guatemala. Primero fue el sismo de 7.7 grados Richter que causó daños materiales considerables para muchas de familias en varios departamentos del suroccidente y occidente del país.
Luego vino el terremoto político que sacudió al país comenzando con la decisión de la mayoría de diputados al Congreso, de no levantar la inmunidad del presidente para que pueda ser investigados por presuntos delitos de financiamiento electoral ilícito y, seguidamente, la aprobación por parte de legisladores de reformas al Código Penal en relación al mismo delito y ablandar penas que, al mismo tiempo, favorecían a miles de criminales.
Como en toda catástrofe, está el momento más crítico, luego viene la paulatina recuperación de la normalidad. El levantarse de los escombros no es tarea fácil, pero nunca faltará el trabajo y el ahínco para sobrellevar las secuelas. Ciertamente, casi siempre el precio de los daños es muy alto.
En Miami, luego del paso de Irma, empieza el trabajo de reconstruir las casas, recuperar la infraestructura y en no mucho tiempo, los árboles caídos y truncados pronto se volverán a poblar y retoñarán. Es un ciclo inevitable eso del rebrotar y recuperarse después del desastre. Es natural la fuerza humana de sobreponerse a las vicisitudes y resurgir una y otra vez.
De ahí que pienso lo mismo de la crisis política y social de Guatemala. Quizá estamos en estos momentos ante el epicentro de la tormenta política. Pero lo más importante es saber que hay un nuevo día por venir. Que hay necesariamente un amanecer. Un resurgir y un retoñar, como esos árboles hoy destrozados o como el levantarse, en medio de grandes dificultades, de decenas de familias que sufrieron los embates del temblor.
Personalmente, aun en medio de la tormenta, creo que no todo es malo. Así como una catástrofe representa una oportunidad para prepararnos mejor en la prevención, la crisis política debe servirnos para discernir entre los malos políticos y los buenos líderes que nos pueden ayudar a sobresalir. Con esto, viene a mi mente el trabajo, la entrega y el profesionalismo de muchas personas que hoy están en el ejercicio público, quienes merecen nuestro reconocimiento y, sobre todo, nuestro apoyo. Hay buenos líderes que luchan contra la adversidad y tienen la sensatez de hacer las cosas bien.
«Así como una catástrofe representa una oportunidad para prepararnos mejor en la prevención, la crisis política debe servirnos para discernir entre los malos políticos y los buenos líderes que nos pueden ayudar a sobresalir». – Marcos Antil
No todos los servidores públicos en estos momentos proceden mal. Nuestra madurez social depende, en cierta forma, en la capacidad identificarlos y encontrar puntos de convergencia en nuestro esfuerzo por retoñar y resurgir. Las acciones que los guatemaltecos tomemos para sobresalir de esta tormenta, tienen acaparado la atención del mundo. Debemos actuar con sensatez.