Queremos una Guatemala libre de corrupción e impunidad. Próspera.
Ahora que comienza el mes patrio y aflora tanto nacionalismo y expresiones de amor hacia el país en calles, redes sociales, medios de comunicación y publicidad, es un buen momento para reflexionar sobre lo que cada uno de nosotros podemos hacer realmente por Guatemala.
Cada vez que recorro los lugares más remotos del país, como donde nací y pasé parte de mi infancia en medio de pobreza, enfermedades y tantas carencias, encuentro que 30 años después, los niños de ahí siguen viviendo las mismas precariedades. Nada a cambiado y el progreso se olvidó de ellos. Es aterrador.
Es irónico que los índices de desnutrición crónica en Guatemala son de los más altos del mundo, cuando somos un país rico en diversidad no solo de su gente, sino de sus recursos.
Tenemos tierras fértiles, climas envidiables y una posición geográfica privilegiada frente al mercado económico más fuerte del mundo.
Si los guatemaltecos somos resistentes a las vicisitudes, capaces y trabajadores, ¿por qué entonces somos un país con altos niveles de pobreza? Recorriendo los caminos y veredas recónditos de Guatemala es fácil concluir que la única razón por la cual seguimos sometidos a la pobreza es por las garras de la corrupción y la impunidad imperante e incrustada en el aparato del Estado.
Hoy, Guatemala está nuevamente pasando una crisis de gobernabilidad y clima de incertidumbre ante el actuar del mismo gobierno, la cual amenaza el poco avance que se ha logrado en la titánica lucha por desbaratar las redes de corrupción que han cooptado el Estado.
También, hoy más que nunca, el país reclama a sus buenos hijos a asumir su responsabilidad y a cada uno jugar su rol. Por el bien del país debemos reconocer que el Estado no ha funcionado y que la Cicig ha jugado un papel importante en la lucha contra la corrupción e impunidad, y con ello en el fortalecimiento de la institucionalidad.
Vale la pena preguntarnos: ¿realmente nuestras instituciones ya están preparadas para asumir la lucha contra la corrupción e impunidad sin la Cicig? ¿Es el fortalecimiento institucional el verdadero interés detrás de la decisión del gobierno central?
Nuestra infraestructura está colapsada y no permite una mejor dinámica para la economía. La educación está en franco deterioro y eso está lejos de abonar para mejorar nuestra competitividad. La pobreza ha alcanzado niveles aterradores. El nivel de transparencia y rendición de cuentas de las instituciones hacia la ciudadanía es casi nula. Entonces, vuelvo a preguntar: ¿ya estamos libres de los poderes paralelos, del crimen organizado y del narcotráfico? Los guatemaltecos sabemos que no es así.
Desde el 2015 comenzamos el camino a ser un país libre de corrupción e impunidad, que consecuentemente redundará en mejores condiciones de vida, reducción de la pobreza y una mejor dinámica económica.
Hemos sido testigos de lo difícil que ha sido ese transitar hasta llegar a este momento esperanzador.
Por eso cuando el gobierno central sale diciendo que busca abonar a la independencia y lucha contra la corrupción e impunidad mientras en la práctica sus acciones son contrarias y solo amenazan con eliminar la única institución que ha fortalecido las capacidades institucionales en materia de investigación y persecución penal, debemos levantarnos y movilizarnos pacíficamente para defender los intereses de país.
Así como lo hicimos en el 2015 debemos levantar nuestra voz, por las oportunidades que queremos, por la paz que añoramos, por la seguridad que merecemos y por nuestro sueño de una Guatemala libre de corrupción e impunidad, libre de pobreza.
Foto: Prensa Libre