Educación e impulso al emprendimiento son dos fines que a la vez son el medio para el desarrollo guatemalteco.
De todo se ofrece y promete en campaña: pero lo que concretamente se necesita aún está por hacerse. Por eso, a quienes buscan la presidencia del país—quede quien quede, me permito sugerirles que se enfoquen en el desarrollo de oportunidades, lo cual arranca en dos áreas: educación y generación de empleos.
Es imprevisible la configuración del próximo Congreso. Una gran mayoría de aspirantes están o quieren estar ahí para servirse. No se puede esperar mucho de ellos. Pero al existir un liderazgo que ponga claramente los mejores intereses de las personas al centro de los planes del Ejecutivo, la ciudadanía apoyará y exigirá a sus congresistas. Es vital que el próximo gobierno impulse con celeridad cambios en estas dos áreas para generar confianza y demostrar un liderazgo distinto. Entre las más de 2,300 leyes vigentes hay muchas que se pueden desempolvar y usar para transformar la educación y el emprendimiento.
Estamos en el momento preciso para reinventarnos como nación productiva y sostenible.
La educación no necesita cambios: necesita una transformación total. Es un entorno complicado, pero hay que retomar la reforma sistemática. Si queremos buenos maestros, necesitamos buena educación, dignificarlos y darles las herramientas para ejercer. Si queremos buenos doctores, buenos ingenieros, buenos políticos… debemos apostar por el cultivo de la inteligencia y el talento de niños y jóvenes.
Se necesita proveer de becas a estudiantes y docentes talentosos, que se especialicen dentro o fuera del país para que regresen a compartir su conocimiento. Tenemos recursos propios, pero también la voluntad del apoyo de países amigos. Es indispensable dotar al sistema escolar con tecnología de punta y habilitar la conectividad digital. Los resultados inmediatos darán confianza. Y su efecto a largo plazo es garantizar una sociedad integral y sostenible.
En paralelo, debemos atender la emergencia nacional de la falta de empleos, que tiene a la mitad de los guatemaltecos sumergidos en la pobreza y que está forzando a más de 500 guatemaltecos a huir del país diariamente.
Ante este gran desafío, Guatemala tiene un capital humano que ningún gobierno ha aprovechado: el emprendimiento. La necesidad hace que no haya miedo a enfrentar retos, sin embargo, nuestros emprendedores necesitan acompañamiento y apoyo. Según estadísticas, el 70% de los emprendimientos que comienzan hoy desaparecen en dos años y en 10 años nada más el 5% sobrevive. Créditos blandos, estímulos fiscales y capacitación constante pueden ser la clave. Si apoyamos a unos 300 mil emprendedores —cada uno podría generar hasta 10 empleos. Es decir, hasta 3 millones de nuevos trabajos.
La dolorosa pandemia que hemos vivido agilizó nuestra transformación digital. Ha convertido a la tecnología en nuestro mejor aliado. Nos ha posicionado en el momento preciso para reinventarnos como nación productiva y sostenible para que cese la migración forzada.
Y para los migrantes que nos vimos obligados a dejar nuestra familia, pido que reconozcan nuestro aporte a Guatemala y que se dignifiquen y modernicen los servicios que se nos dan en el exterior. ¡No con palabrerío! Estar fuera no nos hace 30%, 50% u 80% guatemaltecos: somos 100% guatemaltecos, con todos nuestros derechos constitucionales y además, como fruto de nuestro sacrificio estamos aportando una quinta parte de la economía nacional.
Que se respete nuestro derecho a elegir y ser electos. No basta con poder elegir presidente. Queremos votar por alcaldes en nuestras comunidades, queremos elegir diputados. La Comisión Nacional del Migrante debe ser liderada por personas que sirven a la comunidad migrante—porque ahora no funciona, no sirve y no apoya. Tenemos un Tribunal Supremo Electoral ineficiente, sin credibilidad.
Es claro que, para transformar a Guatemala, el próximo gobierno solo necesita tener voluntad política.