Abracemos la innovación como motor del desarrollo empresarial, económico y social.
Lograr transformar, fortalecer e innovar nuestra economía vendría a aliviar la preocupación más grande de los guatemaltecos: la falta de empleo. El trabajo genera ingresos que permiten llevar el pan diario a la mesa de nuestras familias. Rescataría de las garras de la pobreza a más de la mitad de nuestra población que hoy vive en este mal.
Nuestra economía debe tener la capacidad de multiplicar el empleo y por eso necesitamos modernizarla, aprovechando todas las herramientas que nos brinda la era tecnológica. Actualmente, nuestra economía se sustenta en actividades productivas dispersas que, en lugar de modernizar, basan la reducción de costos de producción a costa de su personal. Es un modelo insostenible y vulnerable de ser abatido por la conflictividad social. Apostar por la innovación y la transformación tecnológica en nuestra economía nos permitiría mejorar nuestra productividad y sentaría las bases para una estabilidad sostenible y la posibilidad de trabajos dignos.
La innovación de la economía guatemalteca puede ayudar a solucionar la pobreza.
Debemos estimular empresas y emprendimientos que permitan un desarrollo económico sin provocar conflictividad social, sin dañar a la Madre Tierra y que pongan en el centro las necesidades de las personas. Empresas con sentido humano son más eficientes generando riqueza. Es una lógica simple de entender y explicar: mientras el personal de una organización es feliz el resultado de su trabajo será excelente, y un trabajo bien hecho mantendrá a los clientes satisfechos y dispuestos a pagar.
Recordemos que la base de la innovación es el cambio de cultura y mentalidad—hacer las cosas de manera diferente. Y lo más eficaz es siempre poner a la persona en el centro de cualquier decisión. La tecnología no es más que una herramienta que propicia eficiencia. Por eso, es de sentido común abrazar la innovación como motor del desarrollo económico y social para reducir las brechas de la pobreza, la inequidad, la migración—interna y externa—forzada y la baja competitividad.
Corea del Sur, por ejemplo, en 1960 tenía un Producto Interno Bruto (PIB) inferior al de Guatemala. Impulsó el desarrollo de capacidades de la población e introdujo tecnología en la producción y mejoras en la calidad educativa, y ahora está entre las economías más fuertes del mundo.
En Guatemala hay muchos emprendedores y jóvenes talentosos desarrollando aplicaciones disruptivas y negocios con enfoque social desde lo local. Son el ejemplo de que Guatemala es uno de los países más emprendedores del mundo. Son la muestra de que, como país, podemos ser protagonistas y no actores secundarios del cambio tecnológico que está viviendo el mundo.
Solo falta unirnos y caminar a un mismo ritmo siguiendo un mismo sueño moderno.
Como país, debemos impulsar políticas que propicien la inclusión económica a través del fortalecimiento de las capacidades productivas, impulsar un marco institucional adecuado para potenciar la economía del conocimiento y propiciar el emprendimiento. Necesitamos fomentar las microfinanzas, un mercado financiero moderno que haga más accesible el crédito y donde los costos sean viables para transacciones electrónicas a pequeñas y medianas empresas. Debemos apostar por crear un campus de innovación y cocreación; desarrollar franquicias, incubadoras y aceleradoras de negocios y, sobre todo, un enfoque nuevo para mejorar la calidad educativa.
Los guatemaltecos tenemos lo esencial: nuestra capacidad de resiliencia ante las adversidades, nuestro espíritu de trabajo y la perseverancia. Somos personas que no nos damos por vencidas rápidamente y hemos desarrollado alta creatividad ante las carencias. Solo falta unirnos y caminar a un mismo ritmo siguiendo un mismo sueño moderno. ¡Yo les propongo el Sueño Guatemalteco como nuestro norte! ¡Pongámonos manos a la obra!