El Frente Ciudadano contra la Corrupción es el símbolo de que solo unidos podemos lograr una nueva Guatemala.
La semana anterior fue histórica. Hacía muchos años no veía a tantos líderes de distintos sectores sociales del país reunidos en un solo lugar y unidos con un propósito en común: respaldar la lucha contra la corrupción. Si bien el objetivo era ya de por sí desafiante, lograr que todos confluyeran en un mismo lugar—en la coyuntura actual, parecía una tarea titánica, pero se logró.
Las ideologías, las creencias religiosas, las condiciones económicas y hasta las distintas edades quedaron afuera del salón donde se realizó uno de los actos más simbólicos y memorables de la época democrática de Guatemala. Es una de las escasas ocasiones en las que la sociedad civil une fuerzas para luchar contra un mal que, de no erradicarse, podría sumir al país en la depresión económica permanente.
El Frente Ciudadano contra la Corrupción es un esfuerzo de respaldo en la lucha contra la corrupción y la impunidad que busca acuerpar las expresiones que la ciudadanía indignada hizo oír en 2015, para avalar, impulsar y defender la labor investigativa del Ministerio Público (MP) y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).
La simbología que representa este Frente, integrado sin distinción por líderes indígenas, exfuncionarios de gobierno, académicos, empresarios, activistas e integrantes de tanques de pensamiento, da el espaldarazo y el impulso que necesita esta férrea lucha ciudadana contra la corrupción.
No se ha tratado de un movimiento más o de un colectivo diferente, como a veces suele darse. Este Frente es un reto para construir un nuevo presente para el país, trazar planes de mediano plazo y generar una visión para el largo término. En cuatro palabras: se busca construir patria.
Este movimiento representa además la firme convicción de la sociedad guatemalteca en fortalecer su Estado de Derecho, garantizando el debido proceso y la búsqueda de una justicia pronta y cumplida, sin medias tintas ni arreglos bajo la mesa.
Es verdad que en la diversidad existen temas divergentes en muchos sentidos, pero el Frente nos ofrece una lección. Es una muestra de madurez y amor por nuestro país, porque comenzamos a entender que solo unidos podemos lograr un cambio real.
Quizá por miedo a la crítica o la incomodidad hay personas que temen abanderar decididamente una lucha y les inhibe alzar su voz. Sin embargo, esta es la oportunidad de dejar claro de qué lado de la historia vamos a estar y decir cada uno #YoSiMeAtrevo a sumar fuerzas contra la corrupción, desde nuestros propios espacios de acción.
El primer paso está en atreverse, luego actuar desde donde nos sea posible y respaldar las iniciativas de transparencia y vigilancia ciudadana de los distintos procesos de la gestión pública, como ocurre actualmente con la selección de candidatos a Fiscal General y a Superintendente de Administración Tributaria.
Es momento de frenar todo intento de nominar a cualquier persona con señalamientos de opacidad, con antecedentes u evidentes conflictos de interés. En contraposición, es hora de valorar a las personas con experiencia y con acciones coherentes contra la corrupción.
La lucha contra el flagelo de la corrupción e impunidad apenas ha comenzado. No podemos bajar los brazos y pensar que ya se ha ganado la batalla. El Frente significa un mensaje hacia esas estructuras criminales y poderes paralelos para decirles: “estamos alertas” y “los estamos vigilando”.
Quienes aún no se han sumado al movimiento, todavía están a tiempo para ponerse del lado de Guatemala, porque la historia juzgará por las acciones, pero también por las omisiones.
Foto: Prensa Libre